domingo, noviembre 26, 2006

El paso del tren

[Elegía]

El sol aún no resplandecía,
el obrero y el estudiante al filo de la vía
pacientes aguardaban
un día más de rutina.

El paso del tren
otra cosa sería,
como cementerio con ruedas,
ataúd camuflado;
bóveda de gritos y tinieblas.

Ahí la ignominia
¡ay la ignominia!
La catástrofe, la tragedia:
hecatombe llena de sombras.

El paso del tren
cual bólido asfixiante
carnicería de barbarie,
tumba descarnada;
el mundo otro once negro tiene.

Luto y silencio
en el país de la perpetua fiesta.
La impotencia se nos entierra
junto a nuestros muertos:
tu hermano,
tu hijo,
tu padre
o tu abuelo.

Todos íbamos en ese tren, se repetía
como eco que reverbera
hasta los rincones
más oscuros de la conciencia.

Ante le paso del tren
la marcha se detiene,
ciudadanos cabizbajos;
ojos en duelo cual cristales opacos,
lívidas ventanas
donde el miedo asoma su cara.

El terror, la masacre;
cobardes embusteros
que dan el manazo
luego dicen no tener manos.

Verdugo invisible,
victimas somos todos
del asesino amorfo.

En tanto… los políticos
sacan el tablero,
se arreglan la corbata,
juegan ajedrez
y rentabilizan el miedo.

¿Qué tengo que ver con todo esto?
Pues soy Hombre
y nada Humano me es ajeno.

El paso del tren viene repicando,
doblan las campanas,
doblan por mi,
doblan por ti
todos las escuchamos…