lunes, noviembre 27, 2006
Mínimo infinito
No hay tristeza,
no hay soledad,
no hay amor
que este fuera de ti.
Todo lo creas tú,
todo lo creas.
¡Oh inconmensurable
inmensidad
de tu dimensión más
breve, más profunda!
Todo cabe en tu mano
extendida como plaza
en una tarde de domingo,
todo cabe en el infinito espacio
de la negra estela negra
de tus ojos que miran y dan.
Dios es un espacio efímero,
reminiscencia resurrecta,
tiempo voraz.
Nimia eternidad
que se disuelve y nace
en el espacio íntimo
de un mínimo infinito.
no hay soledad,
no hay amor
que este fuera de ti.
Todo lo creas tú,
todo lo creas.
¡Oh inconmensurable
inmensidad
de tu dimensión más
breve, más profunda!
Todo cabe en tu mano
extendida como plaza
en una tarde de domingo,
todo cabe en el infinito espacio
de la negra estela negra
de tus ojos que miran y dan.
Dios es un espacio efímero,
reminiscencia resurrecta,
tiempo voraz.
Nimia eternidad
que se disuelve y nace
en el espacio íntimo
de un mínimo infinito.
Mujer Madrid
¿Qué les pasa a las mujeres en Madrid?
¿No se dan cuenta que andar como andan
constituye delito y pena capital?
¿fingen demencia o no se dan cuenta?
Que a su paso dejan tarados a más de uno.
Y es que torcerle el cuello
a los pobres hombres voyeuristas
no es bueno en ninguna sociedad.
¡Ay mujer pecado!
dime que hago,
pero, de veras, dime.
Si la soberbia se instituye en tus caderas
y eso, a la larga sólo fomenta la gula del mendigo,
es decir, me ahogo en el delirio
de verte venir, ufana,
certera de tu violenta belleza.
Eres todo menos piedad,
mirad, yo quisiera acariciarte el sueño,
penetrarte con todos mis miedos
para que juntos nos espantemos
los fantasmas del deseo,
pero cómo le voy ha hacer
si no me prestas ni la mirada
y así como venís, te vas.
¡Ay, mujer Madrid!
qué no te das cuenta que con el simple
e irrestricto acto de salir y ponerte a caminar
un día de estos, de ti, me voy a enamorar.
Y no es que quiera tenerte guardadita
como muñeca de porcelana en su vitrina,
lo que pasa es que tú rompiste el vitral del arquetipo,
o lo inauguraste, no sé.
Pero tanta hermosura es delirante.
Delirante, sí, de esas cosas
que lo ponen a uno como loco;
y si tu insistes en esos actos delictivos,
como esos de andar caminando por la Gran Vía,
armada hasta los dientes de hermosura
yo, te lo juro, me vuelvo loco
y no respondo de mis actos.
Puede que la cordura me abandone
y me atreva a ultrajarte los suspiros,
te ponga en mi mira a distancia
y te observe por segundos;
y hasta te piense voluptuosa.
Porque ya sin cordura
soy capaz de asirme al viento que respiras
para que me respires
y no pueda salirme mas
que en una bocanada de humo.
Y en casos extremos,
puede que me haga justicia por mi propia mano,
más bien, por mi propia boca
y así, le hurte un beso a tus labios ladrones,
siempre, con la amenaza de quedarme ahí, eterno.
Majarid, madre de las aguas,
yo sé que decirte guapa es ofenderte,
insinuar que estás buena subestimarte,
pero ya se me agotaron los adjetivos
y tu sigues ahí, sin verme.
¿No se dan cuenta que andar como andan
constituye delito y pena capital?
¿fingen demencia o no se dan cuenta?
Que a su paso dejan tarados a más de uno.
Y es que torcerle el cuello
a los pobres hombres voyeuristas
no es bueno en ninguna sociedad.
¡Ay mujer pecado!
dime que hago,
pero, de veras, dime.
Si la soberbia se instituye en tus caderas
y eso, a la larga sólo fomenta la gula del mendigo,
es decir, me ahogo en el delirio
de verte venir, ufana,
certera de tu violenta belleza.
Eres todo menos piedad,
mirad, yo quisiera acariciarte el sueño,
penetrarte con todos mis miedos
para que juntos nos espantemos
los fantasmas del deseo,
pero cómo le voy ha hacer
si no me prestas ni la mirada
y así como venís, te vas.
¡Ay, mujer Madrid!
qué no te das cuenta que con el simple
e irrestricto acto de salir y ponerte a caminar
un día de estos, de ti, me voy a enamorar.
Y no es que quiera tenerte guardadita
como muñeca de porcelana en su vitrina,
lo que pasa es que tú rompiste el vitral del arquetipo,
o lo inauguraste, no sé.
Pero tanta hermosura es delirante.
Delirante, sí, de esas cosas
que lo ponen a uno como loco;
y si tu insistes en esos actos delictivos,
como esos de andar caminando por la Gran Vía,
armada hasta los dientes de hermosura
yo, te lo juro, me vuelvo loco
y no respondo de mis actos.
Puede que la cordura me abandone
y me atreva a ultrajarte los suspiros,
te ponga en mi mira a distancia
y te observe por segundos;
y hasta te piense voluptuosa.
Porque ya sin cordura
soy capaz de asirme al viento que respiras
para que me respires
y no pueda salirme mas
que en una bocanada de humo.
Y en casos extremos,
puede que me haga justicia por mi propia mano,
más bien, por mi propia boca
y así, le hurte un beso a tus labios ladrones,
siempre, con la amenaza de quedarme ahí, eterno.
Majarid, madre de las aguas,
yo sé que decirte guapa es ofenderte,
insinuar que estás buena subestimarte,
pero ya se me agotaron los adjetivos
y tu sigues ahí, sin verme.
domingo, noviembre 26, 2006
Yo no fui
Si me levanto en armas
es porque no quiero armas
por ello
mato en nombre de la vida
corrompo en nombre del honor
torturo por dignidad
soy hombre soy humano
soy un ente revolucionario
que cree que el universo
es finito e ilimitado
margen no dibujado
por lo limitado de mi razón
Sujeto que tiende a pensar en dos direcciones
que le gusta la belleza y la ignominia
que cree que la verdad es verdad
sólo hasta que es mentira
Mi vida cotidiana
la debato entre la abyección
y el buenos días
soy victima soy verdugo
soy oprimido soy opresor
Animal bestia que piensa
mamífero que tiene la necesidad
de sostener
que antes de pensar fui
Vivíparo que se pregunta
sino es así quién fue entonces
el que pensó esto por mi?
Mínimo tiempo
acontecer fugaz
resquicio impío
entre el ser
y el yo no fui.
es porque no quiero armas
por ello
mato en nombre de la vida
corrompo en nombre del honor
torturo por dignidad
soy hombre soy humano
soy un ente revolucionario
que cree que el universo
es finito e ilimitado
margen no dibujado
por lo limitado de mi razón
Sujeto que tiende a pensar en dos direcciones
que le gusta la belleza y la ignominia
que cree que la verdad es verdad
sólo hasta que es mentira
Mi vida cotidiana
la debato entre la abyección
y el buenos días
soy victima soy verdugo
soy oprimido soy opresor
Animal bestia que piensa
mamífero que tiene la necesidad
de sostener
que antes de pensar fui
Vivíparo que se pregunta
sino es así quién fue entonces
el que pensó esto por mi?
Mínimo tiempo
acontecer fugaz
resquicio impío
entre el ser
y el yo no fui.
Avances
En la carretera periférica del mundo
avanza el barco, el tren,
el coche, el avión...y el pie desnudo.
avanza el barco, el tren,
el coche, el avión...y el pie desnudo.
El paso del tren
[Elegía]
El sol aún no resplandecía,
el obrero y el estudiante al filo de la vía
pacientes aguardaban
un día más de rutina.
El paso del tren
otra cosa sería,
como cementerio con ruedas,
ataúd camuflado;
bóveda de gritos y tinieblas.
Ahí la ignominia
¡ay la ignominia!
La catástrofe, la tragedia:
hecatombe llena de sombras.
El paso del tren
cual bólido asfixiante
carnicería de barbarie,
tumba descarnada;
el mundo otro once negro tiene.
Luto y silencio
en el país de la perpetua fiesta.
La impotencia se nos entierra
junto a nuestros muertos:
tu hermano,
tu hijo,
tu padre
o tu abuelo.
Todos íbamos en ese tren, se repetía
como eco que reverbera
hasta los rincones
más oscuros de la conciencia.
Ante le paso del tren
la marcha se detiene,
ciudadanos cabizbajos;
ojos en duelo cual cristales opacos,
lívidas ventanas
donde el miedo asoma su cara.
El terror, la masacre;
cobardes embusteros
que dan el manazo
luego dicen no tener manos.
Verdugo invisible,
victimas somos todos
del asesino amorfo.
En tanto… los políticos
sacan el tablero,
se arreglan la corbata,
juegan ajedrez
y rentabilizan el miedo.
¿Qué tengo que ver con todo esto?
Pues soy Hombre
y nada Humano me es ajeno.
El paso del tren viene repicando,
doblan las campanas,
doblan por mi,
doblan por ti
todos las escuchamos…
El sol aún no resplandecía,
el obrero y el estudiante al filo de la vía
pacientes aguardaban
un día más de rutina.
El paso del tren
otra cosa sería,
como cementerio con ruedas,
ataúd camuflado;
bóveda de gritos y tinieblas.
Ahí la ignominia
¡ay la ignominia!
La catástrofe, la tragedia:
hecatombe llena de sombras.
El paso del tren
cual bólido asfixiante
carnicería de barbarie,
tumba descarnada;
el mundo otro once negro tiene.
Luto y silencio
en el país de la perpetua fiesta.
La impotencia se nos entierra
junto a nuestros muertos:
tu hermano,
tu hijo,
tu padre
o tu abuelo.
Todos íbamos en ese tren, se repetía
como eco que reverbera
hasta los rincones
más oscuros de la conciencia.
Ante le paso del tren
la marcha se detiene,
ciudadanos cabizbajos;
ojos en duelo cual cristales opacos,
lívidas ventanas
donde el miedo asoma su cara.
El terror, la masacre;
cobardes embusteros
que dan el manazo
luego dicen no tener manos.
Verdugo invisible,
victimas somos todos
del asesino amorfo.
En tanto… los políticos
sacan el tablero,
se arreglan la corbata,
juegan ajedrez
y rentabilizan el miedo.
¿Qué tengo que ver con todo esto?
Pues soy Hombre
y nada Humano me es ajeno.
El paso del tren viene repicando,
doblan las campanas,
doblan por mi,
doblan por ti
todos las escuchamos…
Destierros
Olvidarla
desterrarla de mi
............................ memoria
pensar que nunca fue mía
tirar a un pozo las cenizas de nuestro fuego
¡Quietud!
Que todo fluya junto al tiempo.
Adiós a las remembranzas
como oscuras golondrinas
No quiero recordar su cuerpo ni el mío
caricias efímeras que nunca existieron
Lo único que necesito de ella es su ausencia
sepultar sus restos en el horizonte
olvidarla,
desterrarla de mi
............................ me
................................. moría
saberla paraíso perdido
infierno escondido
dentro de un beso mal correspondido
desprenderme de la tersa piel con espinas
despego de las sombras que danzaron
ante mis parpados cansados
y hoy son ruinas
Olvidarla
desterrarla de mi
me-moría
como oscura golondrina
extraviar la imagen de sus caderas nocturnas
de sus muslos hechos de noche
Efímeros instantes
sombras pobladas de sexo
yo nunca lo he hecho
me repito cuando me invaden
sórdidos desprecios
Sumergirla en el olvido
nunca más pensarla
pues nunca la he conocido.
desterrarla de mi
............................ memoria
pensar que nunca fue mía
tirar a un pozo las cenizas de nuestro fuego
¡Quietud!
Que todo fluya junto al tiempo.
Adiós a las remembranzas
como oscuras golondrinas
No quiero recordar su cuerpo ni el mío
caricias efímeras que nunca existieron
Lo único que necesito de ella es su ausencia
sepultar sus restos en el horizonte
olvidarla,
desterrarla de mi
............................ me
................................. moría
saberla paraíso perdido
infierno escondido
dentro de un beso mal correspondido
desprenderme de la tersa piel con espinas
despego de las sombras que danzaron
ante mis parpados cansados
y hoy son ruinas
Olvidarla
desterrarla de mi
me-moría
como oscura golondrina
extraviar la imagen de sus caderas nocturnas
de sus muslos hechos de noche
Efímeros instantes
sombras pobladas de sexo
yo nunca lo he hecho
me repito cuando me invaden
sórdidos desprecios
Sumergirla en el olvido
nunca más pensarla
pues nunca la he conocido.
Infinito abismo
El desamor es el sufrimiento
más triste, el más desalmado.
Es una caída eterna
desde las cumbres
de lo más alto de lo humano.
Después de acariciar
la tersa textura del infinito,
parece que a uno
le han hurtado todo,
el ánimo, el apetito.
Uno queda damnificado.
Desnudo se desciende
un abismo sin tiempo.
El desamor es el sufrimiento
más desolado, el más necio,
el más amargo.
Parece que uno se muere,
pero uno no se muere
-que lástima-.
Sin embargo uno no sufre
de desamor,
sino de ausencia.
Del vacío que genera
un brazo inerte
que no abraza a nadie,
de labios como desiertos,
de sexos olvidados, contenidos.
En las noches de insomnio
los cuervos acuden a la habitación,
atraídos por la fresca sangre
derramada por un corazón
bien herido,
bien pisado,
bien sucumbido.
El desamor es el sufrimiento
más ciego, el más terco.
Uno no puede ver
porque uno no quiere ver.
Hasta que un día
de franca caída precipitada,
uno abre los ojos,
toma conciencia de sí
y dice: ¡Al carajo!
Entonces, una luz mortecina
se inflama y alumbra
¿serán las calderas del infierno,
será la diafanidad del cielo?
Un ángel o un demonio
nos toma de la mano,
nos abraza,
humedece nuestros labios;
y uno asciende plácido
hacia el infinito, donde habita
nuestro siguiente abismo.
más triste, el más desalmado.
Es una caída eterna
desde las cumbres
de lo más alto de lo humano.
Después de acariciar
la tersa textura del infinito,
parece que a uno
le han hurtado todo,
el ánimo, el apetito.
Uno queda damnificado.
Desnudo se desciende
un abismo sin tiempo.
El desamor es el sufrimiento
más desolado, el más necio,
el más amargo.
Parece que uno se muere,
pero uno no se muere
-que lástima-.
Sin embargo uno no sufre
de desamor,
sino de ausencia.
Del vacío que genera
un brazo inerte
que no abraza a nadie,
de labios como desiertos,
de sexos olvidados, contenidos.
En las noches de insomnio
los cuervos acuden a la habitación,
atraídos por la fresca sangre
derramada por un corazón
bien herido,
bien pisado,
bien sucumbido.
El desamor es el sufrimiento
más ciego, el más terco.
Uno no puede ver
porque uno no quiere ver.
Hasta que un día
de franca caída precipitada,
uno abre los ojos,
toma conciencia de sí
y dice: ¡Al carajo!
Entonces, una luz mortecina
se inflama y alumbra
¿serán las calderas del infierno,
será la diafanidad del cielo?
Un ángel o un demonio
nos toma de la mano,
nos abraza,
humedece nuestros labios;
y uno asciende plácido
hacia el infinito, donde habita
nuestro siguiente abismo.
Los amantes
Íbamos juntos a los bailes, y yo los miraba vivir.
Julio Cortazar
A: “Osybre”, los novios perpetuos.
Verlos tan juntos,
de verdad, que da gusto.
Saber que ambos
saben que la vida
es incertidumbre
y tinieblas angustiosas,
pero con la luz de su amor
podrán iluminar
la oscuridad y la duda;
y encontrar certezas.
La certeza de que ambos se tienen;
y pese a los caminos tempestuosos,
él, ira tomado del brazo de ella;
y ella, tomará sus premoniciones por buenas.
Y andarán sin usura por el mundo,
tratando de no encontrar nada,
más que los labios de ambos
llenos de complacencia,
de vicisitud superada.
Así son, amantes de flama inextinguible,
llama sosegada, que frágil,
pero innegable, les da la seguridad tangible
de saber que en el atril de la vida,
ella vive por él y él por ella.
Julio Cortazar
A: “Osybre”, los novios perpetuos.
Verlos tan juntos,
de verdad, que da gusto.
Saber que ambos
saben que la vida
es incertidumbre
y tinieblas angustiosas,
pero con la luz de su amor
podrán iluminar
la oscuridad y la duda;
y encontrar certezas.
La certeza de que ambos se tienen;
y pese a los caminos tempestuosos,
él, ira tomado del brazo de ella;
y ella, tomará sus premoniciones por buenas.
Y andarán sin usura por el mundo,
tratando de no encontrar nada,
más que los labios de ambos
llenos de complacencia,
de vicisitud superada.
Así son, amantes de flama inextinguible,
llama sosegada, que frágil,
pero innegable, les da la seguridad tangible
de saber que en el atril de la vida,
ella vive por él y él por ella.
Mujer latinoamericana
El perenne canto de tu cuerpo labriego,
piel de humo que en mis brazos albergo;
con cinco siglos de yugo,
en tus caderas me detengo.
Tu piel es un incendio
que almacena el rumor de una conquista,
la libertad nace de tu aliento tibio;
y en tus pechos la independencia se agita.
Tus ojos son dos lunas de miel,
y entre tus muslos
se resguarda el nuevo mundo;
y en ellos he de perecer.
La danza es para tus pies
mujer emancipada,
hija de Quetzatcoatl;
y el peligro de tu mirada
es un estrépito amanecer
como sol sangrante
por una daga mal empuñada.
El alba de tu aliento cae como un río
en el desierto de mi silencio,
arena húmeda, mojada por un deseo,
como música de viento
que en tu oído susurra
lo que ya no pienso.
Mujer Latinoamericana,
cómo no enamorarse de tu sonrisa
como el mar,
de tu olor a selva virgen
y de la gallardía de tus pechos
para amar.
Los que como vagamundos venían
en sus casas flotantes,
aquí se enamoraron
con el deleite de tu silueta;
ríos de sangre derramaron
por un sueño delirante,
falso que era el oro,
error que era la plata;
¡eras tu!
y el sudor de tus muslos
y de tus caderas
y de tus cabellos.
Fue por ti que el viejo mundo
se quedó como sedentario peregrino,
y el forastero de Cortes
fue re-nacionalizado
en la tibieza de tu voz
Piro-glosa Latinoamericana,
¡Tierra patria!
¡Patria tierra!;
mujer extasiada
mujer Latinoamericana.
piel de humo que en mis brazos albergo;
con cinco siglos de yugo,
en tus caderas me detengo.
Tu piel es un incendio
que almacena el rumor de una conquista,
la libertad nace de tu aliento tibio;
y en tus pechos la independencia se agita.
Tus ojos son dos lunas de miel,
y entre tus muslos
se resguarda el nuevo mundo;
y en ellos he de perecer.
La danza es para tus pies
mujer emancipada,
hija de Quetzatcoatl;
y el peligro de tu mirada
es un estrépito amanecer
como sol sangrante
por una daga mal empuñada.
El alba de tu aliento cae como un río
en el desierto de mi silencio,
arena húmeda, mojada por un deseo,
como música de viento
que en tu oído susurra
lo que ya no pienso.
Mujer Latinoamericana,
cómo no enamorarse de tu sonrisa
como el mar,
de tu olor a selva virgen
y de la gallardía de tus pechos
para amar.
Los que como vagamundos venían
en sus casas flotantes,
aquí se enamoraron
con el deleite de tu silueta;
ríos de sangre derramaron
por un sueño delirante,
falso que era el oro,
error que era la plata;
¡eras tu!
y el sudor de tus muslos
y de tus caderas
y de tus cabellos.
Fue por ti que el viejo mundo
se quedó como sedentario peregrino,
y el forastero de Cortes
fue re-nacionalizado
en la tibieza de tu voz
Piro-glosa Latinoamericana,
¡Tierra patria!
¡Patria tierra!;
mujer extasiada
mujer Latinoamericana.